martes, 11 de septiembre de 2012

CONTAGIO


Después de un verano intenso y una vez ya instalada en la desesperante pero añorada rutina, tengo en la mente algo que no deja de taladrarme el coco.
¿Cuántas veces hemos oído que somos la generación del futuro? ¿Has oído es de “vosotros vais a marcar una diferencia”?  Y lo que quiero preguntarte yo es: ¿has visto cumplida alguna de esas expectativas que la gente tiene sobre nosotros?

Lo mismo no te importa, pero te voy a dar mi opinión. Cada vez más el compromiso del joven cristiano se va “adaptando” a lo que el entorno marca. Esto quiere decir que muchas veces relativizamos nuestras convicciones para no desentonar dentro del mundo secular, y por desgracia, poco a poco este “adapte”, estas conductas se ven reproducidas se dentro del mundo cristiano.

Si, ya lo sé, esto que estoy escribiendo no es nuevo, ya lo has oído/leído varias veces. No lo discuto. Pero, ¿has hecho algo para remediarlo? ¿No eres tú el encargado de marcar la diferencia dentro de tu círculo? ¿En la sociedad? ¿Crees que la sociedad actual no necesita de tus convicciones? ¿De tu fe?
Hagamos TODOS, y me incluyo, un acto de reflexión personal y pensar si de verdad estamos honrando y bendiciendo el nombre de aquel en el que hemos depositado nuestra plena confianza. ¿Lo estás haciendo? Perfecto. ¿No lo estás haciendo? Pues creo que es hora de hacerlo.

A mí, cuando una persona me suelta “tú formas parte de la generación que va a cambiar este país” me da mucha rabia. Yo no quiero ser el que va a cambiar este país, yo quiero ser el que ya lo está cambiando. No quiero formar parte de esa generación futura que va a conseguir todo, yo quiero pelearlo ya, ahora, hoy mismo, en cuanto deje de escribir esto. ¿No crees que debería ser el anhelo de todos?

¡Pongamos las pilas! Las herramientas las tenemos. ¿Cómo marcar la diferencia? Una buena base bíblica, una obediencia extrema y una búsqueda ferviente de la voluntad de Dios. Esto va a repercutir en tu conducta y los demás lo van a ver. Por favor, no pienses que escribo esto porque he conseguido un dominio de lo que he citado antes. Ni mucho menos. Hablo desde la humildad de no haberla alcanzado todavía. Esto que escribo lo deseo para ti y en especial para mí.

Tenemos por delante un curso lleno de posibilidades de hacer grandes cosas para Dios, grandes cosas para esta sociedad que necesita de Él.

No te contagies de tu alrededor, contagia a los demás.